No hay nada


             Imaginaos que no hay nada. La mente no puede imaginar nada, pero intentarlo.

            No hay nada, todo es producido por la mente, así que el mundo, esta realidad, lo manifestado, es realizado por la mente y está acorde con ella.

            Al ser generalmente inconscientes, el mundo es reflejo de ello. ¿Puede cambiar o ha de seguir así para volver a la consciencia? Si sigue así, aun es necesario.

            La mente quiere sobrevivir a toda costa, y se aferra a ella y al mundo manifestado y creado por ella, aunque no sea real.

            Al desaparecer la inconsciencia e ir dando paso a la consciencia, esta realidad, ósea, el mundo mental creado por el estado mental generalizado y apego a él, cambiará.

            Si va despertando la consciencia, si comprendemos desde más allá de la mente que nada es real, que todo es ficticio y mental, la consciencia despertará y en lo manifestado se irán produciendo cambios muy significativos. (Aunque cuando percibes interiormente y vives con plena aceptación lo que es, no necesitas cambiar nada. Pero es en sí esa consciencia de aceptación y Paz, la que cuando esté generalizada, cambiará todo).

            La consciencia habla, hace experimentar, quiere despertar y estar en todos, pero la inconsciencia quiere sobrevivir, haciendo olvidar y pasar por alto la auténtica consciencia y los atisbos de conexión que todos tienen en diferentes ocasiones.

            Todos somos lo mismo, UNO, algo inexplicable e incomprensible desde la mente, así que hay que trascenderla para comenzar a comprender, pero no desde la mente.

            Recuerda que tú no eres la mente, ni el cuerpo, nada es real. Al manifestarnos en esta realidad inexistente, cogemos forma, un vehículo temporal, pero toda forma es perecedera, por ello no hay que apegarse a ninguna de ellas ni identificarse con el vehículo en el que se está temporalmente, pues sino percibirás desde y con el vehículo, y no desde lo que eres realmente. Y es por ello que desde el vehículo se percibe la realidad física como auténtica, cuando es completamente inexistente e irreal, pero para ello has de trascender lo que identificabas como Tú, para Ser y percibir desde lo que realmente eres. Todos somos lo mismo.

            Ninguna forma sin conexión, sin consciencia, (ningún vehículo) sin haberse despegado de su identificación con ella, puede actuar o hablar con consciencia. Así que hasta que esto ocurra, la inconsciencia es la que elige, siendo prisionero de ella, haciendo elegir entre las limitadas posibilidades que la inconsciencia ofrece.

            La auténtica libertad empieza y es, cuando se es consciente. Sino ella, todo es un espejismo. La consciencia es libertad, sin ella se es prisionero de la inconsciencia, aunque desde el punto de vista inconsciente no se admita, para con ello seguir fortaleciendo el ego y así permanecer en el estado de inconsciencia.

            La mente se aferrará con toda su fuerza, de ello depende su supervivencia.  La inconsciencia necesita inconsciencia para vivir, pues no es compatible con la consciencia, ya que la oscuridad que la inconsciencia produce se ve eliminada por la Luz de la consciencia.

            Recuerda que uno no es la forma, y que desde la forma, desde la mente, nunca comprenderás nada. La forma no es nada sin consciencia, lo forma es perecedera. Todos somos lo mismo, no hay nada.

            Ahora bien, la consciencia no ha de tener intermediarios, como conceptos, ideas preconcebidas como lo que está bien y mal, que no dejan de ser juicios y valoraciones mentales, creencias adquiridas por lo escuchado, leído e incluso sentido hasta la fecha como, Dios, el cielo y el infierno, la iluminación, la mortificación del cuerpo, cómo conseguir la Paz, creencias en ángeles ni nada, pues para admitir la consciencia hay que estar libre de inconsciencia, y de todo lo que se haya originado y creado.

            He ahí una de las causas más habituales y complicadas de aceptar, siempre desde la mente, que es aceptar que hay que trascender todo lo creído, leído, escuchado y dicho hasta la fecha. Que nada es como se daba por hecho, ni siquiera la propia realidad, algo en apariencia tangible, existe, así que eso puede asustar. Que no hay nada por conseguir, ni iluminación, ni felicidad, ni Paz, ni nada. Pero no hay de que temer ni de qué preocuparse. Todo está bien.

            Permanece en Paz, y el resto ya viene.

            No hay nada.